«El labial rojo, símbolo de protesta, de sensualidad, de femineidad, cargado de historias que explicar, algunas malas, pero otras muy buenas«. En un artículo de investigación que leí sobre labiales empecé a pensar cuándo, cómo, dónde surgieron los primeros labiales, y eso me llevó a lo que más me gusta: el trabajo de campo. La historia siempre nos ha fascinado en la familia, de hecho, tengo una hermana historiadora, así que ya tenía la excusa perfecta para hablar un poquito del pasado en mi blog, y os aseguro que ha sido un placer escribirlo.
En este artículo detallo los primeros indicios del uso de labiales en las antiguas civilizaciones, hasta la actualidad y su evolución. Seguid leyendo, que vais a alucinar con la información:
«Es necesario saber el pasado para entender el presente»
Labial rojo en la edad antigua (5000 a.c/476 d.c.)
La existencia de los labiales data desde hace 5000 años A.C. Las mujeres de la civilización Mesopotámica ya los elaboraban con piedras preciosas trituradas. No hay documentación de los labiales hasta 2000 años después, en el 3000 A.C., en el antiguo Egipto. Los egipcios elaboraban un tinte con yodo, bromo y alheña, conocido como el beso de la muerte por su toxicidad para ellas y para quien las besara. Y aquí es donde entra Cleopatra ( 60A.C), que inventó su propia fórmula con huevos de hormiga, escamas de pescado y escarabajos. Era un tono rojo que la hizo famosa en el imperio. Y claro, cuando algo se pone de moda alguien intenta copiar (no hemos cambiado mucho, me parece), así que en Sumeria la reina Puabo de Ur intentó copiar su estilo con plomo blanco y un poco de sangre de insectos.

No podemos olvidarnos de la cultura japonesa, cuna de la belleza y sus Geishas. Éstas solían tintar los labios con cártamo, un flor habitual en el país. En Grecia solían pintarse los labios las mujeres que se dedicaban a la prostitución, en cambio, en Roma, era signo de clase alta.

El padre de la cirugía moderna en el 900 D.C. Abu-Al Qasim al- Zahrawi , creó la primera barra de labios más cercana a lo que conocemos. Contenía cera mezclada con diferentes pigmentos, prensada en un molde cilíndrico.
Labial rojo en la Edad Media (476/1492)
Después de la caída del imperio romano en la Edad Media, los islámicos, que iban muy por delante del resto de civilizaciones, comercializaban con los labiales, pero la purista Iglesia los consideró como signo de prostitución y brujería. Podéis comprobar que todo lo que nos empoderaba lo consideraban lujurioso o pecaminoso...
Edad Moderna (1492/1789)
Y entonces, en el S.XVI, Isabel I de Inglaterra los resucitó de la forma más intensa. En ese momento, lo más «chic» era rostro pálido y labios rojos intensos. Se elaboraban con cera de abeja y pigmentos de plantas. La gente se comenzó a dar cuenta de que esto daba un aspecto más juvenil, así que empezaron a creer que el labial rojo podría evitar la muerte. Se cree que los labiales y el polvo que se aplicaban todos los días acabó matando a personajes de la nobleza, inclusive a la propia Isabel I, debido a que contenían plomo blanco.

Y aquí es donde aparece el misógino de turno en 1650: Thomas Hall, un pastor inglés que hizo que el parlamento británico prohibiera a las mujeres maquillarse los labios o serían juzgadas como brujas, ya que el rojo para ellos era un color maligno… madre mía si nos viera ahora el pastorcillo!
En 1700 el Parlamento de Inglaterra declaró el labial rojo como deshonesto. Se inició una ley anti maquillaje, de hecho se podían anular las bodas si la mujer hubiera maquillado sus labios el día de su boda.
Tengo un rinconcito en este post para Maria Antonieta, la influencer del siglo XVIII, que volvió a poner de moda el rojo en los labios (y hasta lo llevaban los hombres). La Revolución Francesa acaba con esta moda, dejándola sólo para la gente del espectáculo. Os hablaré en otro artículo de María Antonieta y sus secretos de belleza futuristas, porque no tiene desperdicio.

Edad Contemporánea (1789-actualidad)
Y en esta edad es donde el labial empieza a tener protagonismo absoluto, como podéis imaginar, después de la revolución Francesa hubo un cambio significativo en la humanidad, y sobretodo en las mujeres.
A finales del siglo XIX…
Se creó la primera barra, por dos perfumistas franceses, con grasa animal y papiro de seda, y la marca francesa Guerlain empezó a producir labiales, pero otra vez fueron considerados pecaminosos, y sólo la gente del espectáculo los usaba. Y aquí surge un personaje maravilloso que retó a la moralidad de la época: Sarah Bernhardt, actriz francesa que empezó a mostrarse con los labios rojos fuera de su trabajo. Ella lo llamaba «pluma de amor». Estaba elaborado con cera de abeja y aceite de ricino, las mujeres empezaron a verlo como símbolo de independencia y poder, se empezó a innovar con el producto mejorándolo y popularizándolo.

A principio del siglo XX
Y llegó la verdadera revolución femenina, el labial rojo como símbolo de poder, fuerza e independencia femenina. Apareció Elizabeth Arden en 1910, cambiando la forma de ver el maquillaje y luchando contra los prejuicios de la sociedad más puritana. Coincidió con la revolución sufragista estadounidense, protagonizada por mujeres que se maquillaban los labios rojos en contra del patriarcado, como un símbolo de poder. El derecho a voto se conseguiría en 1920, en ese momento, sólo en Estados Unidos. Poco a poco, ese derecho se instauró en todos los países desarrollados.

En 1922 se creó la primera barra en España, elaborada por la casa Puig, y en 1923 en Estados Unidos el labial actual en stick, y así empezó el siglo XX, innovando y creando nuevas fórmulas por todo el mundo.
Protagonista en la segunda guerra mundial
En 1940, en la plenitud de Hollywood, el labial rojo era un básico, y por tanto tuvo un gran impacto de la sociedad. Hasta a las enfermeras marines se les ofrecía con sus uniformes porque según ellos aumentaba la productividad. El «personaje» de Adolf Hitler odiaba este cosmético, así que actrices como Rita Hayworth o Elizabeth Taylor, y en general parte de la sociedad femenina, le “declaraban la guerra” maquillando los labios. Y en esta época, Elisabeth Arden hizo su agosto, creando diferentes tonos, entre ellos, «rojo victoria», para las miles de mujeres que se unieron en la Segunda Guerra Mundial.
En esta época el labial rojo se convirtió en un símbolo del feminismo, potenciado por el cartel «Rosie the Riveter«, que simbolizaba a las mujeres trabajadoras en las fábricas, mientras sus maridos iban a la guerra. Mujeres fuertes e independientes.

El labial rojo se convirtió en toda una reivindicación femenina, en un símbolo y empoderamiento de la sociedad actual.
Actualidad y finales del siglo XX
En esto años los labiales rojos experimentan la gran locura en las marcas, se encuentran por todas partes, todas las firmas de belleza los elaboran, con mil acabados tonos y subtonos diferentes.
Existe un estudio como indicador económico, «el efecto pintalabios», en tiempos de crisis se multiplican las ventas de los labiales. Se priorizan caprichos asequibles y las ventas se disparan. Exceptuando en la actualidad, con la crisis del Covid, las ventas han bajado, y entendemos que es por el uso de la mascarilla, pero según los estudios financieros volverán a repuntar cuando se supere la pandemia.

Conclusiones
Como habéis leído, los labiales rojos han sido una forma de rebelión a muchos niveles, de sensualidad, de belleza, de poder.
Espero que os haya gustado toda la información de este artículo, y que ahora veáis el labial rojo de otra forma, no como elemento decorativo, si no como algo que nos empodera, algo que cambió la visión de las y en las mujeres. Así que no dudéis en maquillaros los labios, aunque sea debajo de la mascarilla, eso siempre nos dará poder, fuerza y libertad.
Os dejo por aquí un articulo de interés: los mejores labiales rojos.
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Me ha encantado el post ,chulísimo !!!
Tanto por curiosidad , como xq me encantan los labiales rojos , como x ese toque de atención para no olvidarnos de todo ese significado.
Gracias por ser feminista y por enseñarnos una vez más tantas cosas tan interesantes! Un abrazo gigante 💪💋
Gracias reina celebro que te guste, yo he disfrutado mucho escribiéndolo, besos